Tesitmons-reals (Cas) archivos - SOS Racisme https://sosracisme.org/categoria/tesitmons-reals-cas/ Associació creada per treballar en la defensa dels drets humans des de l'acció antiracista, de manera independent, democràtica i des de l'acción de base. Thu, 07 Apr 2016 12:54:15 +0000 ca hourly 1 https://i0.wp.com/sosracisme.org/wp-content/uploads/2022/07/cropped-logovazado.png?fit=32%2C32&ssl=1 Tesitmons-reals (Cas) archivos - SOS Racisme https://sosracisme.org/categoria/tesitmons-reals-cas/ 32 32 110667881 #RELATSREALS: Cuando el racismo llama a la puerta https://sosracisme.org/relatsreals-cuando-el-racismo-llama-a-la-puerta/ Thu, 07 Apr 2016 12:54:15 +0000 http://www.sosracisme.org/?p=7161 El objetivo de #RelatsReals informar y sensibilizar, difundiendo casos atendidos por el Servicio de Atención y Denuncias de SOS Racisme Catalunya. Utilizamos nombres falsos para mantener el anonimato de la persona agredida por política de protección de datos.Pero es el único dato ficticio. Todos los hechos narrados son reales. El texto es obra de Mònica López Mas. Ara podeu llegir els […]

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El objetivo de #RelatsReals informar y sensibilizar, difundiendo casos atendidos por el Servicio de Atención y Denuncias de SOS Racisme Catalunya.
Utilizamos nombres falsos para mantener el anonimato de la persona agredida por política de protección de datos.Pero es el único dato ficticio.
Todos los hechos narrados son reales.
El texto es obra de Mònica López Mas.
Ara podeu llegir els #RelatsReals a La Directa, un cop al mes, a la secció “Expressions

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#RELATSREALS 5: Cuando el racismo llama a la puerta
Jose dormía con su mujer y sus hijos en su piso alquilado en Sabadell. Era septiembre y tenían la ventana abierta, para dejar correr el aire. De repente, escuchó a unos jóvenes que hacían jaleo. El ruido era muy cercano. Ya no pudo pegar ojo. Y su mujer, tampoco.
Las juergas continuaron todos los fines de semana. Pronto descubrió que en el 1º 2ª, justo debajo de su casa, se había inaugurado un club de cánnabis de dudosa legalidad. Jose bajó a quejarse:
Oigan, vivo en el piso de arriba. Tengo dos niños pequeños que no pueden dormir. Les pediría que bajaran el volumen… De lo contrario, contaré al ayuntamiento las actividades que se realizan en el local.
¿Nos está usted amenazando? No somos delincuentes – dijo un joven engreído, cerrándole la puerta en los morros.
Jose, en vistas que esos jóvenes no iban a entrar en razón, acudió al servicio de mediación del ayuntamiento y concertó un encuentro. Ninguno acudió a la cita.
Música a todo volumen, rondas de cachimba, motos y perros rugiendo en plena madrugada bajo el portal… La situación era insostenible. Su mujer, con quien se habían metido en más de una ocasión, sólo se calmaba a base diazepam. Los niños tenían miedo y habían modificado sus pautas de sueño. Y él se sentía responsable de proteger a su familia.
En diciembre, una fuerte tormenta cortó la luz de todo el edificio. Eran las tres de la madrugada cuando unos golpes los despertaron bruscamente:
Panchitos, hijos de puta, ¡enciendan la luz, enciendan la luz! –gritaban, dando golpes de escoba en el techo.
Quiso denunciar lo ocurrido a los Mossos d’Esquadra, pero le dijeron que si no sabía identificarlos no podían hacer nada. Sin más remedio, volvió a apostar por el diálogo. Se llenó de coraje, bajó y picó nuevamente al timbre:
Panchito, ven aquí, ¡te vamos a rebentar la cabeza! –el joven más arrogante había salido a recibirlo con un palo de hierro.

Relats Reals: Quan el racisme truca a la porta
Racisme de cap de setmana

Su mujer y una vecina reaccionaron rápido y llamaron a la policía. Delante de los mossos, los jóvenes intentaron agredir a Jose. Los policías se lo tomaron con calma:
Danos tu documentación –le pareció injusto. A quien tenían que identificar era a aquellos incívicos, no a él. –Señor, no puede sentirse agredido con insultos racistas porque en su NIE dice que usted es español.
Puto sudaka de mierda… ¡Lleváoslo preso! –gritó el joven–Tendrían que cogerlos, ponerlos en una patera y mandarlos todos pa’ su pueblo!
Agente, ¿me acaba de gritar lo que ha oído y dice usted que no puedo sentirme agredido? No me lo puedo creer.
Al final, el club cayó por si sólo y cerraron el local. Pero los golpes y meados en la puerta de su casa, las llamadas al timbre y las pedradas en las persianas no cesaron. Para más inri, uno de los chicos del club denunció a Jose, quien dejó de pagar un mes de alquiler para poder sufragar los gastos del abogado. Absolvieron a ambas partes, puesto que la policía aseguró que no había visto ni oído nada. Volvió una vez más al ayuntamiento, esta vez para reunirse con la oficina de convivencia: sólo le sugirieron que abandonara su domicilio.
Desesperado y con una posible orden de deshaucio en la nuca, salió a buscar aliados. Encontró a FedeLatina, que lo puso en contacto con el consulado de Equador y con el Servicio de Atención y Denuncias (SAiD) de SOS Racisme. Tanto la presión diplomática que ejerció el cónsul como el servicio legal ofrecido por SOS Racisme permitieron denunciar seriamente el caso y convocar una reunión con el teniente de alcalde, los Mossos d’Esquadra y la asociación de vecinos del barrio, que finalmente se posicionó a su favor. Allí reunidos, los Mossos reconocieron haber actuado con negligencia, aunque no tomaron ningún tipo de medida correctora. Finalmente, fue el propio Adrián quien consiguió reunir las matrículas de las motos y los coches de esos jóvenes para interponer la denuncia.
Al abrir el proceso judicial, el acoso menguó. Pero Jose tiene miedo de perder el juicio, porque está convencido de que si vence la impunidad, volverán a la carga.

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#RELATSREALS: Ojos desnudos ante la mirada policial https://sosracisme.org/relatsreals-ojos-desnudos-ante-la-mirada-policial/ Sat, 12 Dec 2015 11:48:50 +0000 http://www.sosracisme.org/?p=6816 El objetivo de #RelatsReals informar y sensibilizar, difundiendo casos atendidos por el Servicio de Atención y Denuncias de SOS Racisme Catalunya. Utilizamos nombres falsos para mantener el anonimato de la persona agredida por política de protección de datos.Pero es el único dato ficticio. Todos los hechos narrados son reales. El texto es obra de Mònica López Mas. #RelatsReals 4: Ojos desnudos […]

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El objetivo de #RelatsReals informar y sensibilizar, difundiendo casos atendidos por el Servicio de Atención y Denuncias de SOS Racisme Catalunya.

Utilizamos nombres falsos para mantener el anonimato de la persona agredida por política de protección de datos.Pero es el único dato ficticio.

Todos los hechos narrados son reales.

El texto es obra de Mònica López Mas.

#RelatsReals 4: Ojos desnudos ante la mirada policial

[mayo de 2015]

Aquel día, Laura abrió la puerta de la comisaría de Mataró con seguridad. Sus hijos entraron detrás de ella. Ya conocían el lugar. El día anterior, habían ido allí para arreglar los papeles de su hijo, el pequeño. Todo fue más o menos bien. Aunque los dos policías de la entrada se mostraron inquietos ante su vestimenta. Uno de ellos le dedicó una mirada de desprecio, que Laura, cansada de defenderse, decidió pasar por alto. Cuando se lo pidieron, ella no tuvo ningún problema en identificarse: eso sí, pidió que fuera ante una mujer. Lo hizo, arreglaron los papeles y se fueron.
Parte 1: Autoritarismo subjetivo
Esta vez le tocaba el turno al mayor. Nada más entrar, decenas de pares de ojos se centraron en ella. En su vestido. En su cabeza. En su pañuelo. En sus ojos; que se cruzaron nuevamente con los de ese policía. No parecía nada contento de verla. Agarró su número de turno, se sentó junto a sus hijos y esperó. Se relajó: en la mesa que le tocaba atendía una mujer. Meec! Su turno. De repente, un policía joven apareció en esa mesa:

  • Yo soy el que hará el trámite. ¿Sabes que te tienes que identificar?
  • Si, si. Cuando llegue el momento lo haré.
  • Te tienes que identificar, ahora.
  • ¿Puedo hacerlo, como ayer, ante una mujer?
  • No.

No. Respuesta categórica. Sin lugar a duda, sin lugar a discusión. Laura se puso nerviosa. Muy nerviosa. Intentó controlarse… pero para cuando su cabeza reaccionó, su corazón ya había escupido esas palabras como una bala:

  • ¿Me vas de listo? ¿Por qué me hablas así?
  • ¿Qué? ¿Encima te atreves a decirme esto?

Laura se derrumbó y empezó a llorar. Dos policías la bajaron a una sala y la interrogaron: que desde cuando vestía con nicab, que si la obligaba su marido…Ella dejó claro que nadie podía obligarla a hacer nada, que era su propia decisión vestir con nicab. Se respiraba un ambiente muy tenso.

  • Firma la denuncia.
  • ¿Por qué me has denunciado?
  • Porque te has negado a identificarte.
  • Yo no me he negado. Hay una gran diferencia entre negarme y pedir que me identifique una mujer.

Laura
Parte 2: Discriminada en soledad
Entre lágrimas, y ante la mirada impasible de los y las allí presentes, intentó defender sus derechos:

  • Yo también quiero denunciar. Por favor, necesito que me proporcionen los nombres y números de placa de los agentes que me han atendido.
  • No se los vamos a dar.

Impotente ante ese panorama despótico, agarró por el brazo a sus hijos, de cinco y nueve años (que habían presenciado la escena y parecían confusos y asustados), apretó bien los dientes y se marcharon.
Con las mejillas todavía bañadas de lágrimas, Laura puso la llave en la clavija del coche, dispuesta a conducir de regreso a Premià. Fue entonces cuando su hijo, el mayor, le preguntó:

  • ¿Por qué lloras, mamá?
  • Nada hijo, me duele la cabeza. No te preocupes.

Una vez más, mantuvo a sus hijos al margen de los insultos y las discriminaciones. Lo último que quiere es meterles “malas ideas” en la cabeza.
Parte 3: Defenderse los derechos
Enojada por el trato recibido, decidió contactar con Fátima, abogada del Servei d’Atenció i denúncies (SAiD) de SOS Racisme Catalunya. Son amigas desde pequeñas, del pueblo, puesto que Laura vive en España desde los tres años.
Fátima le hizo descubrir que aquello que había pasado era  perfectamente denunciable. Y decidió dar el paso.
No busca dinero, no busca venganza. Tan sólo respeto. Ser reconocida como persona y no como terrorista. La calle es el lugar más duro para ella. Recibe críticas diarias, aún andando con sus hijos: “fantasma”, “asquerosa”, “bruja”. Ha sufrido hasta intentos de agresión. “Yo no me siento libre si me tratan así”, asegura Laura.
Ya no contesta a los insultos, como solía hacer durante el primer año de llevar el nicab. “No confío en que esta gente cambie; los medios de comunicación se encargan bien de ello…”, lamenta. Pero prefiere quedarse con las sonrisas de las personas buenas, como la de ése librero de Premià que se posicionó a su favor el día que iba a comprar los libros del colegio a sus hijos y recibió una de esas miradas degradantes:

  • Antonio, no comentes nada, como digas algo de esta señora, a quien yo respeto, sales fuera de mi librería.

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