Este 13 de noviembre de 2022 se han cumplido 30 años del asesinato de Lucrecia Pérez a manos de un Guardia Civil de extrema derecha. Pérez era una mujer dominicana que llevaba un mes viviendo en Madrid, cuando el 13 de noviembre del 1992 Luis Merino, de 25 años, junto a dos compañeros de 16, la mataron a tiros e hirieron a otro hombre dominicano. Según se relató en el juició, Merino llamó a los otros dos chicos a disparar con la frase “Vamos a dar un susto a esos negros para que entiendan que deben marcharse de España”.
A pesar de que este no fue el primer crimen racista de la historia de España, sí es el más conocido por ser la primera condena en el país por crimen de motivación racista. Este asesinato golpeó con fuerza a una gran parte de la sociedad, que hasta entonces se había sentido ajena a la lucha antirracista y desde el día siguiente se convocaron manifestaciones en rechazo del racismo y ofrendas florales en el lugar de los hechos.
Por aquel entonces, SOS Racisme Catalunya tan solo llevaba tres años constituida y no fue hasta aquel momento que se entendió la necesidad que la sociedad se organizara y luchara contra el odio racial. Así, los hechos llevaron la unión de diferentes sectores contra el racismo: sindicatos, partidos políticos, asociaciones, mundo de la cultura y ciudadanía en general salieron a la calle en la manifestación antirracista más grande nunca vivida en la ciudad de Barcelona, como en otras ciudades españolas.
No son hechos aislados
Pero como siempre ocurre cuando hay un asesinato racista, es necesario analizar el hecho como una consecuencia de todo un sistema y una sociedad que está reproduciendo violencia racista para entender cómo se ha llegado hasta aquí. Ese caso tampoco fue un hecho anecdótico. Tal como se relata en la crónica publicada por el Diario.es, aquella plaza era “La plaza de la Corona Boreal, el lugar de reunión los jueves y domingos de la colonia de migrantes de República Dominicana, en su mayoría mujeres que estaban organizadas y que habían reclamado al ayuntamiento en varias ocasiones que les ofreciera soluciones como un local. Después llegaron las pintadas de ‘stop inmigrantes’, ‘negros fuera’, ‘españoles primero’ y los pasquines por el barrio”.
El señalamiento, la criminalización de la población migrante, así como la falta total de políticas públicas, es decir, la violencia que ejerce el racismo institucional sobre las personas racializadas y/o migrantes, fueron en el caso de Lucrecia el caldo de cultivo para que se pudiera dar el asesinato. A pesar de que hoy en día el movimiento antirracista en el país está más fuerte y mejor organizado, los poderes fácticos ( medios de comunicación, sistema judicial, fuerzas de seguridad del estado, e instituciones) siguen ejerciendo unos niveles altísimos de violencia racista. Ahora además, ciertos discursos de odio, especialmente promovidos por la extrema derecha y replicados por los medios de comunicación, han vuelto a ponerse sobre la mesa de debate.
Racismo policial
Más grave es la situación cuando se observan los preocupantes vínculos de algunos sectores policiales con la extrema derecha. En los últimos años se han organizado en sindicatos como Jusapol, muy afines a VOX. En este punto cabe destacar que Luis Merino, el asesino de Lucrecia Pérez era un Guardia Civil.
Desde SOS Racismo llevamos años desarrollando un trabajo exhaustivo contra el racismo policial. Antes de los casos de violencia física, que representan tan solo la punta del iceberg de todo un sistema de prácticas policiales orientadas a criminalizar a la población racializada y migrada. Estas prácticas empiezan cuando la policía sobre-identifica (y en consecuencia detiene en mayor número) a unas determinadas poblaciones basándose en marcadores raciales. A esto se le llama perfilación racial. Es una práctica discriminatoria, racista, clasista e ilegal, puesto que choca frontalmente tanto con los Derechos Humanos como con las leyes vigentes. Aun así, los cuerpos de seguridad públicos, la justifican como una acción necesaria para la efectividad de su tarea *securitària. Aun así, según datos oficiales, más del 74% de las personas identificadas no ha cometido ningún delito.
La lucha sigue
Este marcador racial es un campo abierto para todo tipo de violencias y discriminaciones y no solo se usa por las fuerzas de seguridad del estado. Los medios de comunicación , el sistema judicial y las instituciones políticas son poderes que siguen usando los marcadores raciales como herramienta para marginalizar, criminalizar y vulnerabilizar a ciertas comunidades. La Ley de Extranjería, los CIES, siguen condenando a la otredad, la marginalidad y la precariedad , y en definitiva al racismo a las personas racializadas y migradas del Sur Global.
Por eso, para que no sigan ocurriendo asesinatos como el de Lucrecia Pérez, el único camino es la lucha frontal contra el racismo estructural e institucional.
El racismo es transversal y es la primera causa de delitos de odio en el estado. Por Lucrecia y todas las personas afectadas por el racismo. Pero, sobre todo, por todas las personas que queremos vivir en una sociedad justa, sin racismo, seguimos trabajando cada día.