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El activista antirracista denuncia actuaciones policiales abusivas, una de ellas ocurrida en 2022
«A ellos les da igual y yo ya estoy acostumbrado. Toda mi vida la policía ha ido a por mí porque soy negro», explica Cheikh Drame, presidente de Sos Racisme en Catalunya. Este joven catalán de 31 años nacido en Senegal es uno de los 110 afectados que en 2022 denunció haber sido víctima de racismo ante la entidad, aunque también ha llevado el caso ante la justicia. Drame ha denunciado a varios agentes de la Guardia Urbana de Barcelona por una actuación, dice, «abusiva» y «racista». Sin embargo, asume, se trata de hechos que le han pasado toda su vida. «Para ellos no soy el presidente de SOS, soy un negro más que es peligroso», señala.
Drame se considera catalán de origen diverso. Vino a Catalunya cuando tenía 5 años y su infancia la pasó en Martorell (Baix Llobregat). «Hubo una cosa que marcó un punto de inflexión en mi vida. Cuando tenía 13 años, un policía local de Martorell me dijo: ‘Me haré una cartera con tu piel'», explica Drame. A partir de ahí, los encontronazos con los agentes han sido una constante. El más grave ocurrió en 2010, cuando acabó siendo condenado tras ser agredido, un episodio que le llevó a implicarse en la entidad que hoy preside. Este 2022 ha vuelto a los juzgados por un caso ocurrido durante el mes de mayo en el barrio del Raval de Barcelona.
«La policía siempre ha ido a por mí porque soy negro»
«Estábamos en la plaza de los Àngels con unos altavoces, y la policía preguntó de quién eran», explica Drame. Como eran suyos, aceptó que iba a ser multado por el ruido que generaba. «Pero luego llegaron con una furgoneta y todo el mundo salió corriendo, solo se quedaron las personas negras», cuenta. Dice que los agentes rodearon a un chico negro al que acusaron de agresión sexual. «Yo les dije que dejaran que la policía les pegara, mientras un agente, muy alterado, me decía que me tranquilizara». «Decidí sacar el móvil y grabar, porque el otro chico ya estaba alterado y rodeado por seis policías que ya habían sacado las porras».
Abucheos y móvil requisado
«Me tocaron el brazo y me dijeron que no podía grabar: yo les respondí que conocía la ley mordaza y que sí podía grabar pero no difundir», explica. Al final, fue identificado y se separó unos metros. «Pero no podía dejar al chico negro solo: me alejé y continué grabando, aunque me seguían increpando», insiste.
«Después vino otro agente, me torció la muñeca y me sacó el móvil», se queja. Él pidió que se lo devolvieran y, según su relato, los seis agentes empezaron a abuchearle. «Se reían de mí, me empujaban, me señalaban la porra amenazándome…», lamenta. Luego, añade Drame, se llevaron al otro chico esposado. Cuenta que a él un agente le dijo que, «gracias al teatrillo» que había montado, lo iban a denunciar.
Ante la justicia
Un joven que estaba en la plaza también grabó todo lo sucedido. Con estos documentos gráficos, Drame y el Servicio de Atención y Denuncia de SOS Racisme han llevado este caso ante la justicia. También ha recurrido una sanción que le impusieron por, supuestamente, tomar alcohol en la calle. «Yo no estaba bebiendo, buscaba mis auriculares en una bolsa. Y, en cuanto me vieron, empezó la historia. Me dijeron ‘mira este flipado’, luego me pidieron la documentación, querían revisar mi bolsa… y todo con muy malas palabras», explica. Después de elevar las quejas, la sanción ha quedado en nada. «Las personas negras necesitamos garantías», sigue.
Los abusos policiales, la principal denuncia ante SOS Racisme Catalunya
Pero el caso más grave, explica, le ocurrió hace 12 años en Martorell, tras no poder entrar en una discoteca precisamente por el color de su piel. «Todos mis amigos, que son blancos, estaban dentro. A mí no me dejaron», sigue Drame. Para él aquello era habitual, pero no lo que vino a continuación. «Un amigo mío tenía mi mochila y me tuve que subir a una valla para llegar hasta el coche», cuenta. Momento en que, dice, llegó la policía local. «Un agente dijo, ‘mira este negro de mierda’. Yo les dije ‘¿qué ocurre?’, y ellos me respondieron que era un ‘chulo», cuenta.
Llantos en el juicio: «Nadie me creía»
«Me cogieron de la ropa, me levantaron, me tiraron al suelo y me empezaron a dar patadas. Yo les agarré de una pierna, un agente cayó al suelo y se hizo daño», explica. Mientras, sus amigos le estaban buscando, pero desde el cuerpo les negaban que estuviera con ellos. Finalmente fue trasladado al CAP del municipio. «Tenía varias contusiones y me trataron fatal, como si fuera un pandillero. El médico se me sacó de encima con malas palabras», recuerda. Luego le llevaron a comisaría. «No me dejaban ir al lavabo, se metían conmigo», prosigue.
«Quiero ofrecer herramientas a afectados como yo y visibilizar que esto ocurre, es la única forma de cambiar las cosas»
Pasó a disposición judicial y quedó en libertad, pero la experiencia fue muy amarga. «Yo estaba lleno de rabia, tenía 19 años… y mi abogada de oficio no hizo nada, nunca la volví a ver». El juicio también fue dramático. «Fue una broma, el abogado era otro al que ni conocía. Yo lloraba y mi defensa me decía que la cosa estaba difícil porque no tenía la nacionalidad española. Vi que nadie me creía, aunque la versión de los agentes era contradictoria», se queja. Fue condenado a dos años de cárcel por atentado contra la autoridad, aunque no entró en prisión porque no tenía antecedentes.
En 2019 una amiga le descubrió SOS Racisme. Quiso denunciar los abusos vividos en aquel momento, pero todo el proceso ya había prescrito. «Ahí empecé a comprender el racismo policial», explica. Hoy, que preside la asociación. «Lo que quiero hacer es dar herramientas a los afectados como yo y visibilizar que esto esta ocurriendo. Es la única forma de cambiar las cosas».