Este título del libro de Sami Naïr y Juan Goitisolo podría servir de marco para la celebración del día 18 de diciembre como día el Día Internacional de las Migraciones, porque queramos o no el deseo de buscar una vida mejor en un país diferente supone hasta el momento pagar un duro precio.
Mas esta realidad no nos impide celebrar el día y considerar antes de nada la importancia del trabajo de estos hombres y mujeres llegados a nuestro país de tal manera que es preciso resaltar sus aportaciones, desde el factor demográfico a la riqueza al colectivo general del país, pasando por su afiliación a la Seguridad Social y la cobertura de múltiples trabajos.
Pero en este día no podemos menos de manifestar nuestras preocupaciones que se centran fundamentalmente en el endurecimiento de las políticas migratorias, cuyo botón de muestra más doloroso es la Directiva de Retorno, que supone que por una falta administrativa alargar hasta 18 meses la estancia en un CIE. Este año aprobar la directiva ha supuesto apostar en la UE por la privación de libertad de personas que no han cometido ningún delito y retroceder todavía más en los derechos de las personas inmigradas.
En este mismo sentido queremos reiterar nuestra preocupación por la trayectoria del CIE de Capuchinos, abogando una vez mas por su cierre definitivo y que no se reabra en ningún otro lugar. Particularmente por dos acontecimientos que nos han obligado a dirigir una queja de oficio al Defensor del Pueblo Andaluz y al Defensor del Pueblo a nivel del estado Español.:
Es el caso del ciudadano boliviano Eduardo Medina, un chico joven de nacionalidad boliviana recientemente expulsado, que llevaba en España algo más de un año y que después de un reiterado proceso de exclusión social y desatención a sus brotes depresivos debidos al mencionado desarraigo protagonizó un episodio de intento de suicidio en el CIE de Málaga, falleciendo a los pocos días de llegar a su. país, y cerrando con ello un ciclo de profundo desencuentro entre el proyecto inicial de buscar una vida mejor y el trágico final fundamentado, según los testimonios, en desarraigo y exclusión de que fue objeto.
Y el caso de Gilt Benedu, pequeña de cuatro años, expulsada y deportada del CIE de Málaga en la mañana del pasado 20 de noviembre, lugar donde había permanecido internada durante casi un mes. La niña fue deportada junto a su madre Esther Benedu, presuntamente hacia Nigeria, sin que en ningún momento las autoridades informaran a su padre, Sony Bebedu, también retenido en el CIE. Un día más tarde el propio Sony Benedu es deportado también a Nigeria, pese a que Esther y él habían manifestado proceder de Sierra Leona, país con el que España no tiene convenio de repatriación.
Estas dos historias ponen rostro a este Día Internacional de las Migraciones y nos recuerdan que no es fácil soldar las vidas rotas, los destinos truncados, los desarraigos sufridos y las identidades anuladas, nos interrogan sobre nuestros pronunciamientos sobre la democracia y los derechos humanos. Estas historias que hoy recordamos no son mas que la espuma amarga de un liberalismo económico sin normas que desplaza hoy a millones de personas. Contra la razón de la fuerza, invocamos la razón del humanismo, el encuentro, la solidaridad y la riqueza que suponen las personas las inmigradas.
Plataforma de solidaridad con los Inmigrantes de Málaga
Coordinadora de Inmigrantes de Málaga