"No podemos regresar a Rumanía, es el infierno"

 Tras los sucesos de Francia, los gitanos rumanos que viven en España rechazan volver a su país por la falta de oportunidades. Las asociaciones denuncian su exclusión

“Dice la tele que nos van a dar 300 euros si nos volvemos ya mismo a Rumanía…”. La mujer que habla se llama Luminita, es gitana rumana y vive en el asentamiento El Gallinero, en Madrid. Como ella, muchos de los 800 habitantes de este poblado chabolista (el mayor de España con población romaní) han escuchado “algo” de las deportaciones de gitanos rumanos hechas en Francia y creen que aquí puede pasar algo similar. O que simplemente los van a expulsar sin darles explicaciones. Por el llamado “retorno voluntario” puesto en marcha por el Gobierno de Nicolas Sarkozy, cada expulsado recibe 300 euros y 100 más por cada hijo que tenga.

Los habitantes de El Gallinero repiten que ellos no han hecho nada malo y que no quieren volver a Rumanía, porque aquello es “el infierno”, como describe Aaron, de 19 años. Lo saben los que han regresado recientemente a su país y, al ver el panorama, han vuelto de nuevo a España. “Acabo de regresar de Rumanía, he estado allí un mes, he vuelto a Madrid porque no hay nada”, afirma Armando, de 18 años, mientras mece a su bebé recién nacido en sus brazos.

Vivir “sin nada”

“Muy mal tienen que estar las cosas en Rumanía para que prefieran quedarse aquí, donde no tienen nada”, señala Paco Pascual, voluntario que atiende a los habitantes de El Gallinero. Para Pascual, la postura del Gobierno español respecto a este colectivo es todavía peor que la de Francia: “Porque no los expulsa, pero tampoco hace nada por mejorar su situación. Simplemente deja que se pudran”.

En España viven unos 50.000 gitanos procedentes de Europa del Este, la mayoría en asentamientos aislados. Muchos proceden de la ciudad rumana de Tandarei, donde como mucho pueden ganar 20 euros al mes. En Madrid, en cambio, los afectados aseguran que al menos pueden ganar 15 o 20 euros diarios en la economía sumergida. “Con 20 euros puedo comprar pan, pollo, huevos, una botella de Coca-Cola, leche y galletas para los niños”, resume Marina, otra gitana que vive en Madrid entre la miseria.

Los rumores siguen entre los grupos de gitanos que hacen corrillo a las puertas de sus chabolas. “Han dicho que en diez días nos tenemos que ir”, repite Luminita. ¿Y quién lo dice? “No lo sé”, contesta y la mujer se encoge de hombros.

Uno de los mayores problemas del colectivo son los menores, empujados a la mendicidad y con un alto índice de absentismo escolar. “La política social española no ayuda a que se mezclen. Tiene que haber un proceso de mestizaje y eso se tiene que empezar con los niños, en la educación”, critica Daniela Sabina Radu, gitana rumana que escapó de un matrimonio forzoso en su país y que ahora dirige la asociación Rrom-Madrid, que agrupa a unos 200 socios.

Los primeros grupos de romaníes llegaron en 1999 y acamparon en Malmea, en la periferia de Madrid, como señala Joaquín López Bustamante en su artículo Las pateras del asfalto. El número de gitanos fue creciendo, sobre todo a partir de 2002, cuando quedó suprimida la exigencia de visado a búlgaros y rumanos para entrar en España .

“Sobre la marginación de estos gitanos, es necesario ver cuál es el punto de partida, la represión brutal que han sufrido en Rumanía, sobre todo en la época del dictador Ceaucescu”, afirma López Bustamante, portavoz del Instituto de Cultura Gitana, que ve con “preocupación” lo ocurrido en Francia. Otras organizaciones, como la Fundación Secretariado Gitano y la Unión Romaní, también han denunciado lo ocurrido y están dispuestas a llegar a las más altas instancias europeas. Los búlgaros, más integrados

Aunque la mayor parte de los gitanos extranjeros que vive en España es rumana, también existe una destacada colonia búlgara. Está congregada en Castilla y León y, a diferencia de sus vecinos, “están bien integrados, excepto algunas gitanas jóvenes que se dedican al robo en la calle”, explica la presidenta de la Asociación Hispano-búlgara para la Integración y el Desarrollo, Boika de Vanegas. La colonia centra su actividad profesional en la ganadería y en pequeños negocios locales.

El presidente de la Federación de Asociaciones de Inmigrantes Rumanos en España, Miguel Fonda-Stefanescu, descarta que en España puedan ocurrir a corto plazo episodios como los que han promovido Italia, Francia o República Checa en los últimos años contra gitanos rumanos.

Tanto para evitar estas ofensivas internacionales como para prevenir situaciones futuras en España, Fonda-Stefanescu reclama que se nombre un “defensor, relator o investigador que estudie las vulneraciones de libertades y derechos recogidos en la Constitución Europea”. De momento, la institución que más se ha aproximado a estas exigencias es la ONU, que el pasado viernes instó con dureza al Gobierno francés a cumplir la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.

“Al igual que con el resto de inmigrantes, se está culpando a los gitanos por problemas de la sociedad con los que no tienen nada que ver. Los echan porque son gitanos, no porque hayan delinquido”, reivindica Fonda-Stefanescu.

Público

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