Palabras, palabras, ¿sólo palabras? – Acta 9a polifacètica

A continuación, a modo de acta, presentamos una reflexión basada en el intercambio y conocimiento colectivo construido por más de 30 personas en la última polifa a partir de algunas preguntas sobre cómo nombrarnos los unos a los otros desde el respeto y el reconocimiento.

Más de 30 personas de distintas disciplinas, con distintos intereses y diferentes expectativas. Basados tanto en autores académicamente reconocidos como particulares, populares, y experiencias compartidas. A todo dando la misma relevancia e importancia.

¡Gracias!

Hablando de personas, ¿podemos hablar de razas?

Así comenzó la tarde, leyendo su definición en el diccionario de la Real Academia Española, elemento que nos dice qué son y que no son las palabras.

Todos entendemos y estamos de acuerdo en que biológicamente el concepto es incorrecto, sin embargo se reconoce su valor como construcción social que no sólo habla de un color de piel, sino de todo lo que con eso vendría asociado; significado1 y significante2.

Cuando en este diccionario se estigmatiza el ser gitano a través de la definición de su palabra, además de una conceptualización racista, está también negando todo lo que es más allá de lo escrito.

Con ejemplos, se trajo a debate la reflexión de que cuando las personas suelen referirse a aspectos de su identidad muy profundos y viscerales -sobre todo en comunidades que desde aquí se ven como racializadas- la palabra más popular y comprensible para todos es la de “raza”, y por lo general en un sentido reivindicativo.

Compartimos líneas de canciones y poesía, y que aunque el concepto de “etnia” pudiera ser el más correcto, si las personas implicadas y fuera de la academia no se ven nombradas por él, deja de tener sentido.

La raza es esa identidad más visceral, más instintiva, más de la tierra. La raza “es mi folclore y esta cumbia”3, “la raza es brava aunque sople el temporal”4.

También reconocimos que en un contexto blanco-europeo, para muchas personas el concepto de raza tiene otro valor. La raza, en cuyo origen se utilizó como un elemento de subalternación, de diferenciación y jerarquización, y su utilización dejó de ser bien vista, es tomada por los propios colectivos que así se identifican como un elemento de reivindicación y celebración de sus “racialidades”.

Poniendo en perspectiva cómo fue cambiando el uso del término a través de la historia, podríamos también comprender cómo se construyó como una justificación de dinámicas de opresión y supremacía. Siendo un concepto el que no sólo genera desigualdad, sino que la justifica para hacerla moralmente aceptable.

Entendiendo entonces también, que no sólo son importantes las palabras, sino la mirada que tenemos sobre lo que nombran.

Para esto, fundamental el aporte de que debemos tener presentes las herencias del pasado para entender el hoy. Nos construimos culturalmente en grupo, y entendemos que protegerlo es excluir a los demás.

Ante la idea de que todos somos iguales, se destaca que negar las diferencias y la diversidad en las identidades también es muy peligroso. Por esto, también ponemos en relevancia que en su uso al día de hoy, no se trata sólo de un color de piel, sino que además la interseccionan varios ejes como el idioma y sus particularidades, la religión o el origen.

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El racismo

No es sólo una emoción, sino parte de un sistema que tiene un propósito. Es normal, cotidiano, estructural, y para no reproducir esas dinámicas en las que fuimos inevitablemente educados, se requiere de mucha conciencia y revisión.

Y su base cotidiana, los estereotipos, ordenan nuestro mundo y la visión que tenemos de él. Nos dan estructuras fijas dentro de las cuales no deberíamos sentirnos incómodos.

Luego de algunas experiencias personales relatadas, llegamos a que de nada sirve negar o evitarlos, sino que la manera sería revisar por qué los tenemos, cómo se han construido, que utilidad pueden tener. En resumen, deconstruir para construir.

El uso moral del racismo (o los actos racistas) no sólo nos hacen creer que esto no es así, sino que en un sistema euro-occidental en donde la culpa es un actor regulador del comportamiento importante, lo invisibiliza. Como compartimos que sucede con el machismo y la relación del patriarcado y el capitalismo, sería bueno poder interiorizar que somos parte de un sistema que se sirve de esto para funcionar.. y cambiarlo.

Nacer y crecer aquí (como en muchos otros lados) implica ser racista. Y ser antiracista es revisarse constantemente.

Tomando el concepto de “punto cero”5, nos replanteamos el vivir en una cultura que se identifica como la correcta y mejor6, y pretende salvar a las otras señalando lo que entiende como defectos o involuciones, sin cuestionarse sus propias flaquezas o simplemente aceptando que hay personas a las que les parece mejor vivir de un modo diferente. El peligro, es perder de vista que es una neutralidad impuesta y no real.

Ser antiracista no es sólo la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades, sino también la defensa del derecho y valor de la diferencia.

Racialización

Entendiendo esta palabra como un proceso, como una cualidad otorgada, el grupo tiene visiones y comodidades diferentes sobre ella.

Mientras que se le reconoce su valor reivindicativo por muchos colectivos, también se expone que puede ser una palabra que indica que la persona es clasificada de un modo diferente de manera peyorativa.

Si lo blanco se pone en el centro y se establece como neutral, todo lo otro, o diferente, es visto como negativo. Por eso también comprender que las personas blancas también son racializadas (blancas), de alguna manera nos hace conscientes de que las mismas reglas que nos hacen creer que una persona es inferior, nos hacen creer que otra es superior. Y que la blanquitud también es construida como un sistema, pero en este caso de privilegios.

Migración y Diversidad

Aunque raza e inmigración son conceptos que no van juntos, se encuentran asociados. Esto no sólo excluye a personas que vienen a vivir y desarrollar su vida a este lugar, sino que niega sistemáticamente a aquellas personas que no responden al fenotipo (y estereotipo) de lo que es ser español.

Da igual cómo la persona se pueda sentir y corre al infinito el límite de cuándo una persona deja de ser extranjera. Y al final, “no eres migrante ni de aquí, ni chicha ni limonada”. Con todas las implicaciones a nivel de construcción de identidad y el vivir día a día en una sociedad a la cual sientes que perteneces y niega constantemente.

Colonialidad

Con el disparador de que racismo y discriminación hay en todas partes y eje,plos de otros países, intentamos reflexionar acerca de la colonialidad y los efectos estructurales que conlleva.

Si tomáramos este “punto cero” como una línea divisoria, aquellas dinámicas que se dan dentro de la zona de la neutralidad, no son comparables a aquellas que se dan por debajo. La discriminación entre personas privilegiadas no es lo mismo ni podría compararse con aquellas que se dan a colectivos o grupos de personas históricamente oprimidas. Eso no es racismo.

La colonialidad es la representación del poder que otorga significados a los cuerpos.

Lo que en todo momento intentamos destacar, es que tanta teoría, tiene repercusiones directas en la práctica y vida cotidiana. Así lo demostró también el que hayamos podido propiciar el espacio para compartir tantas experiencias personales tan sentidas.

A nivel identitario es difícil no “corresponder” al estereotipo que se tiene de la gente “nativa”. “Cuando eres un mix de las dos cosas, buscas parecerte a una para ser aceptado y agradar, pero a la vez tienes miedo de perder tus raíces”. Dejar ser, respetar, no imponer, eso nos comparten que es el respeto a lo que es el otro.

No siempre tiene que ser un otro el que nos defina, que nos digan de dónde somos. Hay compañeras que aún se lo están pensando y se preguntan cuándo podrán al fin definirse a ellas mismas. Pero aunque así lo hagan y se definan, la sociedad previamente habrá elegido por ellas.

También conversamos sobre cómo reaccionar ante actos racistas que podemos presenciar, y que aunque el antiracismo implica un costo emocional, físico, económico o represivo.. lo vale 🙂

En este punto la escuela para todos es crucial. Sin diversidad ni referentes, “se genera una semilla de inferioridad que acabará germinando si no se contrarresta con un poder de empoderamiento. Y esto desde la individualidad es muy complicado”.

pipeNo sabemos si la polifa pasada respondió exactamente a las preguntas planteadas. Lo que sí sabemos es que sin reconocernos no podemos nombrarnos.

El lenguaje – como la sociedad y el contexto- es un sistema dinámico, una construcción social. El lenguaje atraviesa la cotidianeidad de las personas y sus luchas, determina y libera.

Muchas nos quedamos con ganas de seguir conversando y compartiendo aspectos más profundos y vivenciales de nuestra cotidianeidad atravesada por el racismo y el antirracismo. Con ganas de más espacios para hablar de estas cuestiones desde la base. Entonces… ¿de qué hablamos la próxima?

¡Gracias!

*Article escrit per Paula Rossi, treballadora de l’entitat.


1Es la idea; aquello en lo que pensamos cuando decimos o escuchamos una palabra. Eso de nuestro mundo real a lo que nos referimos cuando hablamos.
2Los signos que usamos para formar la palabra en sí misma.
3Bomba Estéreo
4Residente
5Fanon, Castro Gomez, Grosfoguel
6Sobre esto se puede ampliar desde temas como las misiones de evangelización en américa y áfrica, la creación del FMI, estados buenos democráticamente, concepto de 3er mudo o subdesarrollo.

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