Youssef M. Ouled: “Las personas negras, musulmana, gitanas o latinas sufren paradas policiales con mucha mayor frecuencia  que las personas blancas”

 

Youssef M. Ouled durant una presentació de Sos Racisme. Foto: Larissa Saud

El periodista colabora en diferentes medios de comunicación y es consultor para la organización Rights International Spain donde analiza el uso que hacen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado del perfilamiento racial. También ha participado en la recién lanzada campaña Pareu de parar-me de Sos Racisme, enfocada a denunciar y visibilizar las paradas policiales racistas
¿Qué es y en qué se basa la perfilación racial por parte de la policía?
Si tenemos en cuenta que el control policial consiste en requerir la identificación personal en vía pública o en cualquier otro lugar para prevenir un delito u obtener información en la averiguación de un acto ilegal, podríamos decir que el uso policial del perfil racial consiste en la utilización de generalizaciones basadas en la raza como factor fundamental que impulsa esa actuación, en lugar de pruebas objetivas o indicios razonables que puedan arrojar un determinado comportamiento individual.
¿Cuáles son las comunidades / colectivos más parados / criminalizados?
Si nos paramos a observar los datos oficiales no podemos saberlo porque los diferentes gobiernos, los diferentes ministerios de Interior y las diferentes administraciones existentes tanto a nivel local, como autonómico se niegan a realizar un ejercicio de transparencia que nos permita ver la forma en la que las fuerzas del orden actúan. Lo que sí sabemos es que las personas que no son blancas (negras, musulmanas, gitanas, latinas, etc.) son controladas en una proporcionalidad muchísimo mayor en comparación a las personas blancas. Esto lo sabemos gracias a las investigaciones y estudios realizados desde la sociedad civil que lo evidencian cuando debería ser una información de utilidad pública. La policía se centra en una población determinada por  razones que no son objetivas, alimentando la sensación percibida de inseguridad y asociando la criminalidad con unas poblaciones que son sistemáticamente controladas.
 
En España, los datos hablan por sí solos, investigaciones de diferentes organizaciones independientes como la APDHA o el Institut del Drets Humans muestran cómo las personas racializadas son identificadas de manera sobrerrepresentada en comparación con las personas blancas. Durante el inicio de la pandemia, desde el Equipo Afrodescendiente y Rights International Spain hicimos una investigación para analizar el racismo durante el estado de alarma, más del 70% de las personas preguntadas denunciaron haber sufrido perfilación racial. 
 
Este no es un problema solo en España, es una lógica policial imperante en toda Europa. La Agencia Fundamental de Derechos Humanos de la misma Unión Europea publicó un informe recientemente el que reincide en la frecuencia de estos controles discriminatorios recordando que “la policía puede detener legítimamente a personas por una variedad de razones (…) Pero la elaboración de perfiles discriminatorios, donde, por ejemplo, la raza o la etnia es la única base para detener a alguien es ilegal”.  
Según los datos que maneja SOS Racisme en su último informe, por cada persona con nacionalidad española se paran más de 7 con nacionalidad extranjera. ¿Sin un reconocimiento de este racismo por parte del estado qué maneras hay de terminar con estas paradas?
En lo que respecta a la perfilación racial hay una negación absoluta del mismo porque lo contrario sería reconocer una discriminación nacido de las propias instituciones que deberían protegernos. En palabras de Fatiha El-Mohuali, si el estado reconoce su racismo, debería luchar contra sí mismo. Ante una actitud inoperante que va en detrimento de nuestros derechos y libertades hace falta que la sociedad se conciencie sobre estas prácticas policiales injustas, que se organice para apoyar a quienes las sufren. Necesitamos cuestionar la lógica misma de la seguridad reducida a un ámbito policial e incluso, cuestionar la lógica de la labor policial. ¿Seguridad para quiénes?
¿Cómo está relacionada la secutirización con el aumento de la islamofobia?
Recientemente, la Asociación Musulmana de Derechos Humanos ha presentado el documental “Es por tu seguridad. Engranajes institucionales de la islamofobia”, dirigido y guionizado por la investigadora Salma Amezian, que invita a iniciar un debate acerca de cómo el mantra de la seguridad es usado para recortar derechos y libertades a costa de criminalizar y legitimar toda una serie de políticas que ponen el foco en la población musulmana, que ha de demostrar su inocencia constantemente. Este enfoque crimializador viene a reforzar el racismo en general y contra las poblaciones musulmanas en particular. Esto lo vemos en vía pública, pero también en los sitios que son frecuentados por personas musulmanas (oratorios, comercios, locutorios…), donde se ejerce un acoso por parte de las fuerzas del orden. También lo vemos en los protocolos de vigilancia que se estás usando contra el alumnado musulmán en las aulas de las escuelas públicas, protocolos que parten de la premisa de una sospecha constante.
Este enfoque de securitización de nuestras vidas acaba legitimando políticas cada vez más represivas contra toda la sociedad. Lo que se llamó vulgarmente Ley contra el terrorismo “yihadista”, lo que ha venido a hacer desde su implementación es cercenar la libertad de expresión y aplicarse contra tuiteros y raperos, como denuncian numerosas organizaciones nacionales e internacionales.
Otro de los temas que trabajas es los algoritmos. Se está usando la inteligencia artificial para hacer perfilaciones raciales a gran escala y mucho más efectivas en cuanto a criminalización de ciertas comunidades?
Acabamos de iniciar un proyecto conformado por un grupo mixto que pretende trasladar el debate de la IA al antirracismo, o lo que es lo mismo, aportar un enfoque antirracista a una automatización que lo que viene a generar es un refuerzo del racismo social e institucional. Este refuerzo no se produce únicamente por los sesgos de quienes programan esos algoritmos que se aplican en cada vez más ámbitos de nuestras vidas, más bien es inherente a un orden que sigue estructurando a la sociedad en base a la idea de raza. Esto es importante porque se piensa que las máquinas tienen un criterio de neutralidad y esto no solo niega sino que ahondar en las desigualdades estructurales.
Estos algoritmos se usan desde hace años por ejemplo, en eso que se ha llamado ‘policía predictiva’, algoritmos que supuestamente predicen qué personas y en qué zonas es más probable que tengan lugar crímenes, que discriminan sistemáticamente por el perfil racial y llevan al señalamiento de barrios obreros con presencia migrante y racializada como lugares donde encontrar delincuentes de forma más “probable”. Esto retroalimenta la criminalización de determinados grupos, se envía a la policía contra personas y barrios en los que ya de por sí hay una presencia excesiva de policía, independientemente de la tasa de criminalidad.

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